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Reflexiones de la COPD Foundation sobre la reactivación de los servicios médicos no esenciales para los pacientes con EPOC (incluidos los afectados por la COVID-19)

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El mundo sigue luchando contra la pandemia de la COVID-19 y los pacientes (y los profesionales sanitarios) se preguntan cada vez con más frecuencia cuándo volverá a ser «seguro» reanudar las actividades «normales».

Después de todo, las afecciones crónicas, como el asma o la EPOC no han desaparecido como por arte de magia con la aparición de esta nueva enfermedad. La pandemia de la COVID-19 sigue planteando numerosas dudas y, cuando parece que tenemos nuevas respuestas sólidas, surgen nuevas preguntas.

Distintas organizaciones profesionales y grupos de defensa de los pacientes han elaborado listas de aspectos que deben tenerse en cuenta a la hora de solicitar atención sanitaria o cuando los profesionales médicos valoran opciones con los pacientes a los que atienden. La COPD Foundation ha creado una página específica para hablar sobre cómo se está viendo afectado el cuidado respiratorio por la COVID-19. Ya hemos tratado algunos de estos temas en otros artículos sobre la reanudación de las pruebas de función pulmonar y su posible aplicación para otros fines.

No obstante, consideramos que es importante que los profesionales sanitarios sepan qué recomendaciones reciben los pacientes, para poder entender mejor sus preocupaciones y las posibles preguntas que puedan plantearles. En este artículo, nos centramos específicamente en las Reflexiones de la COPD Foundation sobre la reactivación de los servicios médicos no esenciales para pacientes con EPOC durante la pandemia de COVID-19.

Motivos básicos para reanudar los servicios esenciales durante la pandemia de COVID-19

En primer lugar, los profesionales sanitarios deben conocer las normativas y las restricciones locales y estatales que les atañen. La situación provocada por la pandemia sigue evolucionando diariamente y la legislación vigente en un estado o en una región puede no ser vinculante en otras zonas.

Asimismo, los sistemas de salud y las prácticas individuales también varían enormemente en cuanto a la disponibilidad de los recursos y la tolerancia al riesgo, lo cual puede provocar confusión y malentendidos. Por ello, resulta esencial mantener una comunicación clara entre los pacientes y el personal sanitario para gestionar las expectativas y garantizar la máxima seguridad para todos.

La COPD Foundation empieza resaltando este punto y solicita a todas las partes interesadas que sopesen prudentemente todos los riesgos y beneficios de cada procedimiento, prueba o cita para poder tomar decisiones informadas.

Esta información puede parecer obvia desde un punto de vista clínico, pero debemos pensar también en quién se encuentra al otro lado del fonendoscopio, y no todos los pacientes tienen el mismo contexto ni la misma información. Los pacientes confían en los profesionales sanitarios para que les indiquen lo que es necesario y lo que no lo es y para establecer las prioridades de sus preocupaciones según lo que se les solicite.

Pasemos pues a las preguntas…

¿Es la telemedicina una opción?

La Fundación reconoce que se ha producido un crecimiento exponencial del acceso a la telemedicina durante la pandemia y aconseja a los pacientes utilizar este tipo de servicios siempre que sea posible.

Esta es, sin duda, un buena opción, dado que los pacientes con enfermedades respiratorias crónicas presentan un mayor riesgo de contraer el virus de la COVID-19, así como un riesgo más elevado de mortalidad. Los pacientes con EPOC son, debido a una gran cantidad de elementos, idóneos para recibir atención sanitaria de manera satisfactoria a través de teleconsultas, especialmente aquellas que cuentan sistemas que permiten compartir vídeo para ambos participantes, tanto el profesional sanitario como para el paciente. Evidentemente, en una teleconsulta los profesionales no pueden realizar una exploración física del paciente pero, a través del vídeo, pueden observarse aspectos como patrones respiratorios, frecuencia/intensidad de la tos o incluso el entorno doméstico.

Según el momento del día en el que se efectúe la consulta y el estado del paciente, puede evaluarse o revisarse la técnica de inhalación. También pueden tratarse terapias conductuales, como la deshabituación tabáquica o las barreras para la adherencia al tratamiento. La mutua Medicare ha aprobado el rembolso de las consultas de rehabilitación pulmonar que se realizan por videoconferencia, lo cual puede suponer un punto de inflexión incluso después de la pandemia.

Por supuesto, no puede suponerse que todos los servicios pueden realizarse de este modo. En concreto, los equipos para realizar pruebas de función pulmonar en remoto son prácticamente inexistentes en la mayoría de lugares y algunas prácticas, como la extracción de muestras o las pruebas de diagnóstico por la imagen, solo pueden realizarse de manera presencial.

Existen maneras de reducir los riesgos para los pacientes que deben acudir a este tipo de citas, pero si se utiliza la telemedicina en todos los casos en los que es una opción, se reduce de manera considerable el número de personas que interactúa físicamente y resulta mucho más sencillo cumplir las recomendaciones de distanciación social.

¿Cuál es el nivel de riesgo de exposición a la COVID-19?

Este punto también parece bastante evidente, pero podría ser una fuente de preocupación adicional para los pacientes que viven en zonas rurales y que deben desplazarse a la ciudad para acudir a sus citas.

Esta guía invita a los pacientes a consultar las tasas de transmisión del virus en la zona a la que deben acudir para recibir la atención sanitaria, que es algo que suele pasarse por alto. Según la densidad de población, entre otros factores, las tasas de transmisión pueden variar enormemente entre regiones, por lo que no es suficiente con conocer la tasa de transmisión de su lugar de origen.

Además, según el tipo de procedimiento al que deba someterse el paciente (o lo rural que sea la zona en la que vive el paciente), es posible que este deba plantearse pasar la noche fuera, lo cual aumenta aún más el riesgo de exposición. Por último, muchos pacientes no quieren viajar solos, pero el número de acompañantes (incluido el personal sanitario) sigue estando limitado en la mayoría de centros. Así pues, resulta esencial planificar detalladamente la intervención, no solo para reducir el riesgo personal sino también el riesgo para los acompañantes.

¿Qué precauciones deben tomar los centros médicos?

Esta podría (o debería) ser la primera pregunta que debería plantearse cuando se recomienda a alguien que acuda a una cita presencial y todo el personal sanitario debería tenerlo en cuenta.

El hecho de poder proporcionar un protocolo claro de todas las medidas de seguridad, desde la sala de espera a la desinfección de las salas y del equipo sanitario, puede contribuir a hacer que los pacientes se sientan seguros y protegidos y se sientan más cómodos a la hora de solicitar atención sanitaria. Asimismo, una comunicación clara sobre los requisitos de pruebas de diagnóstico para la COVID-19 (por ejemplo antes de realizar una PFP o un estudio del sueño) evitará realizar un viaje en balde y mejorará la satisfacción de los pacientes.

Por último, todos los protocolos de seguridad deberán tenerse en cuenta también desde un punto de vista logístico. Por ejemplo, si los pacientes solían esperar en el centro y tener acceso a un aporte de oxígeno, ahora deberán esperar en sus coches y el centro deberá poder proporcionarles botellas de oxígeno o bien deberá prevenir a los pacientes para que puedan preveer un suministro de oxígeno suficiente para el tiempo de espera (más un tiempo adicional por seguridad).

¿Existe el riesgo de que su situación empeore rápidamente si no recibe una determinada atención o se somete a una prueba específica?

Volvamos al análisis del riesgo/beneficio. Esta es una pregunta para la que los pacientes esperan recibir una valoración objetiva basada en la experiencia del personal sanitario.

Está claro que un paciente que se está preparando para someterse a una intervención de reducción de volumen pulmonar o al que se está examinando para poder recibir un transplante deberán mantener sus intervenciones, mientras que las consultas de seguimiento de un paciente con EPOC estable pueden posponerse o realizarse por videoconferencia. En cualquier caso, estas decisiones deben tomarse a partir de la información disponible y basándose en la evidencia y en las mejores prácticas.

¿Existen alternativas adecuadas para evitar una progresión rápida de la enfermedad si se produce un retraso?

Esta pregunta está estrechamente relacionada con la anterior, puesto que ambas tratan el riesgo de retrasar la atención sanitaria. En algunos casos, puede que existan alternativas temporales para un procedimiento específico, esté o no relacionado con una enfermedad pulmonar (es necesario recordar que la mayoría de pacientes con EPOC tienen otras enfermedades concomitantes que también requieren tratamiento).

Desde una perspectiva neumológica, podría ser tan sencillo como volver a consultar la medicación que recibe el paciente para mejorar el tratamiento de un determinado síntoma o establecer un plan de trabajo específico para mantenerse activo sin necesidad de acudir a las sesiones de rehabilitación pulmonar. En un mundo ideal, estas pautas posológicas se mantendrían siempre actualizadas, pero en el mundo real, esto supone reconsiderar los aspectos básicos antes de exponer a los pacientes a un posible riesgo innecesario.

Los pacientes que requieren un aclaramiento pulmonar para otro tipo de procedimiento suponen un reto más complicado. Debido al mayor riesgo que supone la COVID-19 para los pacientes con afecciones pulmonares, estos casos requieren una coordinación y una comunicación excelentes entre el equipo de neumología y los especialistas involucrados.

Si los profesionales se comunican abiertamente entre ellos, pueden llegar a encontrar alternativas aceptables y facilitar al paciente los procedimientos necesarios de la manera más segura posible.

¿Está disponible el servicio de seguimiento necesario y ha sido adaptado para que el riesgo de exposición a la COVID-19 sea aceptable?

Para proporcionar un cuidado óptimo, este debe observarse como un proceso, no como un fin. Incluso en circunstancias normales, la coordinación entre el tratamiento y el seguimiento supone uno de los aspectos más complicados para mejorar la vida de los pacientes.

La pandemia añade numerosas barreras al cuidado continuo y, de nuevo, puede ser necesario echar mano de un poco de creatividad para garantizar la seguridad de los pacientes. Como ya hemos mencionado, la mayoría de servicios y centros en los que los profesionales realizarían las evaluaciones posteriores a un procedimiento (como pruebas de diagnóstico por la imagen o rehabilitación pulmonar, entre otros) cuentan con una capacidad reducida o no se encuentran en funcionamiento.

Incluso si llevamos la situación a un nivel más básico, el acceso a la atención primaria tras el ingreso hospitalario de un paciente o una visita a emergencias pueden ser situaciones complicadas debido a las restricciones actuales y a los protocolos de seguridad.

En algunos de estos casos, la telemedicina puede ser la solución apropiada.

Según las circunstancias, una evaluación por videoconferencia puede ser igualmente válida que una presencial. En otras situaciones, si la telemedicina no es apropiada y no es posible realizar una visita presencial, una llamada telefónica tradicional puede ser la opción adecuada. Los profesionales encargados de suministrar equipos médicos a domicilio pueden utilizar a parte del personal (por ejemplo, terapeutas respiratorios) para evaluar a los pacientes que requieren un tratamiento más intensivo tras una intervención.

Es posible que la asistencia domiciliaria no sea la opción adecuada en cada caso pero, de nuevo, hacemos hincapié en que en estos momentos es necesario explorar todas las opciones posibles.

Resumen

Este artículo se escribió pensando en los pacientes con EPOC. No obstante, las indicaciones que se mencionan son importantes también para pacientes con asma, fibrosis quistica, neumopatías intersticiales o cualquier otro tipo de afección respiratoria crónica. También pueden ser aplicables a prácticamente todos los pacientes que quieran acceder a una asistencia médica en un futuro cercano.

Es probable que los neumólogos quieran tomar más precauciones para mantener la seguridad de sus pacientes, pero estas precauciones suelen ser, por lo general, razonables, especialmente en zonas en las que se ha observado un aumento de la transmisión del virus.

La mejor manera de tratar estas inquietudes es otorgarles la atención necesaria.

Es importante conocer las recomendaciones que están recibiendo los pacientes que quieren acceder a la atención sanitaria y estar preparados para dar una respuesta respetuosa y sincera a sus preocupaciones. (Por lo general), muchos pacientes con enfermedades crónicas presentan un sistema inmunodeprimido, a mayor o menor nivel, lo cual los sitúa en una posición de mayor riesgo durante esta pandemia.

La mayoría de estos pacientes son conscientes de que, para ellos, la amenaza de contagio es mayor y, por ello, puede que eviten buscar atención sanitaria. Es necesario ponerse en su situación, reconocer sus preocupaciones y contar con procesos adaptados para cumplir todos los requisitos de seguridad. Al mismo tiempo, debe insistirse en que aplazar la atención sanitaria también entraña riesgos.

Animar a los pacientes a mantener un enfoque proactivo respecto a la atención sanitaria y, a su vez, reducir el riesgo es la manera ideal de fomentar la salud comunitaria.


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