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· 12 minutos de lectura

La importancia de las pruebas de función pulmonar para la COVID persistente

Pruebas de PFP para la COVID persistente
A día de hoy, resulta necesario seguir profundizando en los conocimientos y el tratamiento de los efectos a largo plazo de la COVID-19. Para ello, resulta imprescindible facilitar el acceso a las pruebas de función pulmonar mediante la integración de equipos donde sea posible.
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Se ha prestado mucha atención al constante aumento de la cifra de víctimas por la pandemia de la COVID-19. Si hoy podemos decir que vemos la luz al final del túnel es gracias a los esfuerzos de los equipos médicos, de terapia respiratoria, de enfermería y otros profesionales sanitarios, que han logrado que la mayoría de los pacientes afectados por el virus se recuperen.

Muchos de los afectados por la COVID-19 ni siquiera ingresan en el hospital. El tratamiento para estos casos leves de COVID-19 es muy similar al de otras infecciones respiratorias; en un servicio de atención médica ambulatorio se prescribe un tratamiento para los síntomas u otros tratamientos adecuados. Pero, a medida que nos adentramos en el segundo año de esta pandemia, seguimos descubriendo nuevos datos sobre el virus SARS-CoV-2, que nos sigue deparando sorpresas.

Casos de COVID-19 leve

Uno de los descubrimientos más recientes es que, aunque los llamados casos «leves» de COVID-19 pueden no presentar síntomas graves ni requerir hospitalización, es posible que provoquen problemas importantes con consecuencias a largo plazo en la salud de los pacientes. Actualmente, aún se está investigando hasta qué punto pueden llegar a ser graves estos problemas y las pruebas de función pulmonar deberían ser un componente esencial de esta investigación.

¿Qué significa exactamente «leve»?

En primer lugar, es importante recordar que el calificativo «leve» es más relativo que el de «clínico». Cualquier caso de COVID-19 que no implica una hospitalización, puede considerarse un caso leve. Sin embargo, esto no significa que los síntomas se limiten a los de un simple resfriado. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CSC) han elaborado una lista de síntomas que van desde fiebre y escalofríos a cansancio, dolor corporal, pasando por la dificultad para respirar característica de casi todas las infecciones respiratorias.

Cualquier persona que haya padecido una gripe fuerte puede confirmar que ninguno de estos síntomas es especialmente agradable, y que las dos semanas durante las que suelen persistir los síntomas pueden parecer una eternidad. Sin embargo, un nuevo estudio de la American Thoracic Society (ATS) da a entender que, para algunos pacientes, realmente podría ser una eternidad.

Vínculo entre los casos leves de COVID-19 y los casos de COVID persistente

Un nuevo estudio de la American Thoracic Society (ATS) indica que, para algunos pacientes, la persistencia de los síntomas, realmente podría ser una eternidad. Un equipo de investigación de Irlanda descubrió que era bastante habitual que síntomas como fatiga, malestar general o dificultad para respirar, se mantuviesen hasta dos o tres meses después del diagnóstico inicial de COVID-19.1

De hecho, según este estudio, más del 60 % de los pacientes de la cohorte consideraban que «no habían recuperado su estado de salud habitual» tras una media de 75 días desde del diagnóstico. Aunque en el estudio se incluyeron algunos casos más graves, esto no mejora la situación de los casos más leves, ya que el equipo observó que no existía ningún vínculo entre estas medidas y la gravedad inicial de la enfermedad.

En un estudio similar, llevado a cabo en los Estados Unidos, se obtuvieron resultados muy parecidos. Un equipo de investigación de la universidad de Washington realizó un seguimiento de entre 3 y 9 meses a 177 personas con diagnóstico confirmado de COVID-19. La prevalencia de lo que ahora se conoce como «COVID persistente» fue ligeramente inferior y aproximadamente un tercio de los participantes notificaron síntomas permanentes. Catorce personas de este grupo (8 % de la cohorte) presentaron síntomas lo suficientemente graves como para afectar a sus actividades diarias y, por otro lado, nueve de ellos no requirieron hospitalización.2

En este estudio también se pone de manifiesto que, aunque el porcentaje de prevalencia es objetivamente bajo, debido a los cientos de millones de casos de COVID-19 que hay actualmente en todo el mundo, las consecuencias económicas y sanitarias de estos síntomas podrían llegar a ser graves.

El componente que falta

Debido a la carga que puede entrañar la COVID persistente es necesario profundizar en nuestros conocimientos sobre la enfermedad con la mayor rapidez posible. Por ello, resulta sorprendente (incluso podríamos decir, desconcertante) que estos dos estudios tan relevantes hayan pasado por alto un componente clave para el tratamiento de las enfermedades respiratorias: las pruebas de función pulmonar. El estudio de la universidad de Washington se centró en los resultados notificados por los pacientes, mientras que el estudio del grupo irlandés utilizó distintas pruebas de diagnóstico por la imagen y de otros tipos. Pero ninguno de los dos consideró ni siquiera la PFP más básica, laespirometría.

Cabe destacar que, a pesar de que en las tomografías computerizadas (TAC) la incidencia de fibrosis observada fue sorprendentemente baja (algo que el equipo sí que se esperaba de acuerdo con las notificaciones de disnea), no se realizó ningún seguimiento de otros parámetros pulmonares. Esto resulta especialmente desconcertante si se tiene en cuenta que un equipo austríaco publicó el año pasado sus resultados en la revista European Respiratory Journal en los que se podía observar la presencia de alteraciones importantes en el flujo aéreo y en la capacidad de difusión pulmonar (DLCO) durante los tres meses posteriores al diagnóstico3 inicial.

En este estudio, un 40 % de los pacientes notificaron una dificultad para respirar y otros síntomas a los 100 días, lo cual podría explicarse, en parte, debido a que: 1) el 22 % de los pacientes presentaban valores inferiores a los predichos en las mediciones de FEV1 o FVC; 2) el 21 % de los pacientes presentaban una disminución en los valores de la DLCO, y 3) el 11 % de los pacientes presentaban una disminución de la capacidad pulmonar total (TLC).

Estas cifras son importantes, no solo porque muestran la carga actual de la COVID-19, sino porque permiten recordar que las pruebas más utilizadas, como las TAC, presentan riesgos y limitaciones. Según el equipo austríaco, incluso con el mejor equipo y los mejores profesionales, existen detalles que resultan demasiado difíciles de discernir con una TAC, por ejemplo, resulta complicado diferenciar entre una inflamación por la COVID-19 que se está resolviendo y el desarrollo de un tejido cicatricial fibrótico permanente. La fibrosis tras la COVID-19 es un aspecto cada vez más preocupante y, en algunos casos, ha sido necesario recurrir a un trasplante pulmonar para garantizar la supervivencia de los pacientes. Si los profesionales sanitarios tuviesen una herramienta para identificar antes estos casos y poder proporcionar un tratamiento y una supervisión de los pacientes más eficaz, probablemente no sería necesario recurrir a estas soluciones tan drásticas. Por otro lado, si se profundiza en los conocimientos sobre el funcionamiento de los pulmones después de padecer la COVID-19, resultará mucho más sencillo proponer iniciativas de salud a la población para garantizar que los pacientes con COVID persistente puedan acceder a los medios necesarios para recuperar por completo su función pulmonar habitual.

El papel de las PFP en la COVID-19

Por suerte, esta herramienta ya existe, pero está infrautilizada. Las pruebas de función pulmonar son una herramienta ideal para evaluar el impacto fisiológico de un virus que ataca principalmente al sistema cardiopulmonar. La tecnología que se utiliza para medir el flujo aéreo, los volúmenes pulmonares y la capacidad para intercambiar el oxígeno y el dióxido de carbono entre los alvéolos y el flujo sanguíneo está bien consolidada y, por todo el país, podemos encontrar instalaciones en las que se realizan estas pruebas.

Sin embargo, la infraestructura actual de PFP no es suficiente para dar respuesta a los retos que plantea la COVID-19. En primer lugar, el número de laboratorios especializados en PFP en todo el país es insuficiente y los laboratorios ya existentes aún no se han recuperado de los disfuncionamientos provocados por la COVID-19. Además, debido a la naturaleza de las PFP, suele pensarse que este tipo de pruebas supone un riesgo tanto para los pacientes como para los profesionales sanitarios.

Cómo aplicar de manera eficaz las PFP para la COVID persistente

Por supuesto, la mejor solución sería introducir las pruebas de función pulmonar en el punto de atención, pero, históricamente, se pensaba que esta solución no estaba al alcance de un consultorio «estándar», ya que los instrumentos para realizar las PFP ocupaban muchísimo espacio y eran difíciles de utilizar (además de ser extremadamente caros). Así pues, es probable que la omisión de algunos datos en los dos estudios sobre la COVID persistente mencionados anteriormente se deba a dificultad de acceso a los equipos para realizar las PFP.

Por suerte, tenemos la solución a este problema. La tecnología actual ha permitido reducir el tamaño de este tipo de equipos y su coste también se ha reducido significativamente, por lo que, actualmente, están al alcance de cualquier centro o consultorio. El espirómetro EasyOne© Air de ndd es una solución económica y portátil que permite a todos los centros y consultorios iniciar un programa de espirometría y realizar pruebas de PFP sin que los pacientes tengan la necesidad de desplazarse a un centro externo.

Los beneficios de la espirometría en el punto de atención

Integrar las pruebas de espirometría en el centro de atención, no solo facilita las cosas para los pacientes, sino que, además, incrementa potencialmente los datos disponibles para la investigación en distintos aspectos. Por lo general, las «revisiones» pulmonares periódicas consistían en una auscultación y algunas preguntas.

Estas «revisiones» retrasan inevitablemente el diagnóstico de algunas enfermedades como la EPOC, y diagnóstico tardío se asocia con un aumento de los costes sanitarios y un peor desenlace de la enfermedad. En algunos estudios se sugiere que los centros de atención primaria podrían contribuir a mejorar notablemente la calidad del sistema sanitario general en este sector.4

Realmente, no es necesario que se realicen cambios drásticos. La tecnología de ultrasonidos TrueFlow™ en la que se basan todos los dispositivos EasyOne Air no requiere calibración, por lo que no es necesario que los profesionales pierdan tiempo calibrando el dispositivo con jeringas; todo lo que tienen que hacer es encender el dispositivo, introducir los datos del paciente en la pantalla táctil y realizar la prueba.

El EasyOne Air también puede utilizarse conectado a un ordenador a través de un USB o de Bluetooth. De este modo, puede accederse a incentivos adicionales o a pantallas de preparación, para garantizar la estabilidad y validez de los resultados en cualquier ocasión. La integración con los principales sistemas de EMR facilita la coordinación entre departamentos y la toma de decisiones clínicas y simplifica la recopilación de datos para la investigación.

Con un solo dispositivo es posible establecer el flujo aéreo de referencia para cada paciente, incluso para los pacientes de riesgo que padecen algún tipo de afección respiratoria crónica (o los pacientes con COVID-19) y observar las anomalías antes de que estas puedan apreciarse como síntomas.

Los beneficios de las PFP en el punto de atención

ndd también propone una solución práctica para las pruebas de DLCO. La línea de productos EasyOne Pro™ elimina la necesidad de recurrir a los pletismógrafos corporales -un equipo caro y de gran tamaño- para las mediciones de DLCO y permite la realización de estas pruebas en cualquier tipo de consultorio. De este modo, prácticamente cualquier centro puede acceder a las herramientas necesarias para realizar una detección temprana de las posibles secuelas de la COVID-19 (como la fibrosis pulmonar).

Gracias a la tecnología TrueCheck™ integrada, que calibra automáticamente el dispositivo antes de cada prueba, el EasyOne Pro garantiza unas mediciones estables y precisas con un mantenimiento mínimo. De este modo, los profesionales encargados de realizar las pruebas pueden centrarse en los pacientes, en lugar de tener que estar pendientes del dispositivo.5 La fiabilidad de esta tecnología también garantiza la replicabilidad a lo largo del tiempo; un aspecto esencial para determinar las tendencias de la salud pulmonar en los pacientes a lo largo del tiempo. Además, el EasyOne Pro también permite realizar pruebas de espirometría, al igual que el EasyOne Air.

Reducir los riesgos de infección y aumentar los ingresos

Independientemente del dispositivo que se utilice, los procedimientos para la prevención de infecciones son realmente sencillos. Todas las partes del dispositivo que entran en contacto con el aire exhalado por los pacientes son desechables. Existen opciones de desinfección integradas y con luz ultravioleta para proteger al personal y al resto de pacientes, tanto durante la pandemia como después.

El exterior de los dispositivos de ndd se limpia y desinfecta fácilmente entre usos, lo cual evita las interrupciones en el flujo de pacientes para realizar una limpieza de la base, como solía ocurrir con los pletismógrafos corporales, cuya limpieza requería unos 30 minutos.

¿Y después?

La pandemia de la COVID-19 ha revelado la existencia de muchos problemas estructurales y deficiencias en el sistema sanitario. Una de estas deficiencias es la desigualdad existente respecto a las posibilidades de acceso a las pruebas de función pulmonar.

Es necesario seguir profundizando en los conocimientos y el tratamiento de los efectos a largo plazo de la COVID-19. Para ello, resulta imprescindible facilitar el acceso a las pruebas de función pulmonar mediante la integración de equipos donde sea posible. El número de personas recuperadas de la COVID-19 solo en los Estados Unidos asciende ya a 27 millones, por lo que no podemos seguir pasando por alto las ventajas que ofrecen las pruebas de espirometría y de DLCO para el tratamiento de los pacientes. Aunque nos queda mucho por aprender sobre este virus y sobre todos los efectos relacionados, sabemos que estas herramientas son demasiado importantes como para dejarlas de lado.


  1. Townsend L, Dowds J, O’Brien K, et al. Persistent Poor Health Post-COVID-19 Is Not Associated with Respiratory Complications or Initial Disease Severity. Ann Am Thorac Soc. Published online 2021. doi:10.1513/annalsats.202009-1175oc ↩︎

  2. Logue JK, Franko NM, McCulloch DJ, et al. Sequelae in Adults at 6 Months After COVID-19 Infection. JAMA Netw Open. 2021;4(2):e210830. doi:10.1001/jamanetworkopen.2021.0830 ↩︎

  3. Sonnweber T, Sahanic S, Pizzini A, et al. Cardiopulmonary recovery after COVID-19 - an observational prospective multi-center trial. Eur Respir J. Published online December 10, 2020. doi:10.1183/13993003.03481-2020 ↩︎

  4. Larsson K, Janson C, Ställberg B, et al. Impact of COPD diagnosis timing on clinical and economic outcomes: The ARCTIC observational cohort study. Int J COPD. 2019;14:995-1008. doi:10.2147/COPD.S195382 ↩︎

  5. Gochicoa-Rangel L, Pérez-Padilla R, Vázquez-García JC, et al. Long-term stability of a portable carbon monoxide single-breath diffusing capacity instrument. Respir Care. 2017;62(2):231-235. doi:10.4187/respcare.04983 ↩︎


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