Lo que dicen los expertos en PFP
14 oct. 2021· 6 minutos de lectura

Confianza en tiempos de incertidumbre 

La COVID-19 no es la única ficha en juego. Actualmente, la COVID-19 es la enfermedad que más atención mediática recibe, pero no por ello han desaparecido otras afecciones como el asma o la EPOC. Los pacientes con estas afecciones siguen necesitando la misma atención personalizada de alta calidad por parte de los profesionales en neumología, empezando por unos diagnósticos de función pulmonar precisos. 

Este último año y medio ha sido especialmente largo.

La pandemia de la COVID-19 ha puesto patas arriba muchos aspectos de nuestras vidas que ni siquiera nos planteábamos. Hemos cambiado la forma de trabajar, de divertirnos, de consumir medios de comunicación e incluso de comprar. A pesar de todos nuestros esfuerzos, sigue habiendo una gran incertidumbre respecto a las próximas fases de esta situación de emergencia sanitaria. En muchas partes de los Estados Unidos las cifras de contagios vuelven a aumentar, lo cual pone de nuevo a los sistemas de salud en una situación crítica; los efectos de la COVID persistente siguen apareciendo y afectan a personas que pensaban que habían tenido la suerte de superar un caso leve de la enfermedad y los investigadores siguen al acecho de nuevas variantes, con niveles desconocidos de transmisión, gravedad y resistencia a las vacunas.

No obstante, hay que tener en cuenta que la COVID-19 no es la única enfermedad existente. Aunque actualmente es la enfermedad que más atención mediática recibe, siguen existiendo otras afecciones como el asma o la EPOC. Los pacientes con estas afecciones siguen necesitando la misma atención personalizada de alta calidad por parte de los profesionales en neumología, empezando por un diagnóstico preciso. Las pruebas de función pulmonar siguen siendo una parte esencial de los planes de tratamiento personalizados para el asma, la EPOC, la fibrosis quística y otras muchas neumopatías. Además, los pacientes con COVID persistente necesitan acceso a estas pruebas para evaluar la evolución de su afección y generar información práctica para la investigación.

Pruebas de función pulmonar (PFP) de confianza 

Por suerte, podemos seguir confiando en las pruebas de función pulmonar. A lo largo del último año hemos explicado detalladamente cómo seguir proporcionando programas de función pulmonar de manera segura, desde la reapertura de los servicios de función pulmonar durante la pandemia a las mejores prácticas para realizar más pruebas de función pulmonar o la expansión de los servicios de PFP fuera del entorno habitual del laboratorio. ndd también ha elaborado una mesa redonda en línea en el que aporta consejos para restablecer los servicios habituales de PFP. Por suerte, no se han observado cambios respecto a los conocimientos de que disponíamos sobre las PFP, lo cual puede resultar sorprendente, especialmente dada la evolución constante que se ha observado en otros ámbitos, como, por ejemplo, el tratamiento de la COVID-19. Si se aplican los procedimientos de seguridad y limpieza adecuados, no hay ningún inconveniente en utilizar programas de PFP que funcionen perfectamente. Puesto que la seguridad sigue siendo una de las principales prioridades durante la pandemia, se han desarrollado e implementado opciones adicionales para el control y la prevención de las infecciones, como las soluciones de filtro en línea de un solo uso de ndd. Estos filtros añaden una capa de protección y confianza adicional para garantizar la máxima seguridad tanto de los pacientes como del personal sanitario y, a su vez, permitir el funcionamiento de los servicios de atención respiratoria con un nivel de calidad excepcional.

Ampliar el uso de las pruebas de función pulmonar 

Por supuesto, no basta con mantener la situación. Tal como se indica en un estudio reciente, parece haberse descubierto un vínculo entre la COVID-19 y los resultados de la prueba de capacidad de difusión pulmonar de monóxido de carbono (DLCO). De momento se desconoce qué provoca estos cambios, aunque parece ser una combinación de cambios similares a la fibrosis en los pulmones, combinados con problemas en la vasculatura y la circulación pulmonar. Estos cambios pueden conllevar una menor oxigenación de la sangre, lo cual, a su vez, puede provocar hipoxia e inflamación en todo el organismo. La hipoxia y la inflamación persistentes han estado relacionados con síntomas como los notificados por los pacientes con COVID persistente, como pueden ser la fatiga crónica o las deficiencias neurológicas (o disfunción cognitiva).

Si se tiene en cuenta que más de un tercio de los pacientes con COVID persistente padecieron casos leves de COVID-19 que no requirieron hospitalización, puede que exista una cohorte de pacientes con efectos de COVID persistente que no son conscientes de haber estado expuestos al virus y que desconocen la causa de su malestar. Esta es una oportunidad única para los profesionales del sector primario y de las consultas externas. Si se ponen en práctica programas de pruebas de función pulmonar en el punto de atención (especialmente pruebas de DLCO) resultará más sencillo identificar a los pacientes con COVID persistente y empezar a desarrollar planes de tratamiento adecuados para que recuperen antes su capacidad funcional total. Estas pruebas en el punto de atención son hoy más importantes que nunca y, gracias a los avances tecnológicos, son fáciles de realizar y requieren un mantenimiento mínimo. Un ejemplo de los dispositivos portátiles para las PFP sería el EasyOne Pro® de ndd. Con estos dispositivos, las pruebas de función pulmonar pueden pasar a formar parte de las evaluaciones biométricas sistemáticas, como lo son los controles de peso o la presión sanguínea.

Los efectos de la expansión de las pruebas no se limitan a la COVID-19. Por ejemplo, según distintos datos epidemiológicos, alrededor de 13 millones de personas en los Estados Unidos padecen EPOC no diagnosticada.* A medida que disminuye el flujo aéreo debido a la EPOC, los pacientes adaptan sus hábitos y su estilo de vida para sobrellevar su menor resistencia. Esto provoca que muchas personas no reciban el tratamiento adecuado hasta fases relativamente avanzadas de su enfermedad. Sin embargo, la realización de pruebas de función pulmonar y prueba de espirometría de forma rutinaria en el centro de atención sanitaria podrían permitir una detección temprana y una intervención precoz para frenar la progresión de la enfermedad. De manera similar, la espirometría y otras pruebas de función pulmonar pueden ayudar a diagnosticar distintas afecciones cardiopulmonares, desde asma a cardiopatías.

Seguridad en tiempos de incertidumbre 

El camino que nos queda por recorrer parece estar plagado de desafíos. La variante delta de la COVID-19 nos ha devuelto a los primeros días de la pandemia y no sabemos si puede suceder lo mismo con otras variantes en cuanto logremos controlar esta. La salud pública tiene ante sí un grandísimo desafío en materia de comunicación y difusión de las mejores prácticas, especialmente ante la desinformación persistente de la población. Los profesionales sanitarios están al límite de sus fuerzas y parece que sigue habiendo demasiada confusión y no encontramos la puerta de salida. Pero hay algo que sí que sabemos con certeza. Las pruebas de función pulmonar no solo han llegado para quedarse, sino que su uso debe expandirse exponencialmente. Los consultorios más avanzados ya han empezado a integrar las pruebas de función pulmonar en su día a día y han mejorado la atención a sus pacientes y los resultados. Es hora de unirse a ellos, vencer a la COVID-19 y ver más allá.

Michael Hess
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