Lo que dicen los expertos en PFP
11 feb. 2021· 8 minutos de lectura

La historia de las PFP, 2.ª parte

Historia de las pruebas de función pulmonar

Actualmente, nadie se cuestiona la posibilidad de realizar pruebas de función pulmonar. La tecnología ha puesto la espirometría literalmente en la palma de nuestras manos y hasta los equipos destinados a pruebas más complejas –como las pruebas de capacidad de difusión pulmonar– tienen hoy en día un diseño portátil. Pero, para entender realmente la magnitud de estos avances es importante saber cómo empezó todo. Esta es la segunda parte de una serie de artículos sobre las pruebas de función pulmonar.

Lea la primera parte de este artículo: La historia de las PFP, 1.ª parte.

El uso de la espirometría para recopilar datos

Tras haberse recopilado datos sobre la capacidad vital durante una década (tarea que realizó el formidable John Hutchinson, del que hablamos en la parte 1 de esta serie de artículos), podría esperarse que comenzara la Edad de Oro de las pruebas de función pulmonar. Y, sin embargo, no fue así.

Incluso con tal cantidad de datos disponibles, la espirometría siguió siendo simplemente una novedad, al menos en el ámbito clínico. Al fin y al cabo, en aquella época los conocimientos científicos aún eran limitados y apenas empezaba la transición del período en el que se consideraba que las enfermedades eran provocadas por los humores corporales a las teorías médicas modernas. Florence Nightingale aún no había abierto su escuela de enfermería y faltaban todavía décadas para que el Johns Hopkins Hospital propusiese periodos de formación a los médicos recién graduados, las prácticas o «residencias» tan habituales actualmente. El ejercicio de la profesión tal como lo conocemos actualmente estaba aún por llegar y, aunque el espirómetro se alzaba como una herramienta interesante, todavía resultaba demasiado desconocida para que los médicos de la época se decidiesen a utilizarla en su práctica diaria*.

No obstante, seguía creciendo el interés por investigar el funcionamiento del organismo, ¿si no se regía por humores y miasmas, qué es lo que permitía al organismo funcionar internamente? Así que, aunque las aplicaciones médicas podían contarse con los dedos de una mano, las oportunidades de investigación parecían infinitas, sobre todo en el incipiente campo de la bioestadística, y el espirómetro era una herramienta más que capaz de medir las funciones pulmonares y torácicas.

La importancia de las pruebas de función pulmonar colectivas

La mayoría de los primeros proyectos de investigación y recopilación de datos masivos procede del ámbito militar, ya que este contexto permitía acceder a grandes grupos de personas con características físicas distintas, ya fuese los soldados en servicio o los que se preparaban para ejercer, y resultaba relativamente sencillo recopilar datos a gran escala en un breve periodo de tiempo.

El encargado de realizar uno de los primeros estudios a gran escala de los soldados fue, nada más y nada menos que Frederick Law Olmsted, quizá más conocido por ser uno de los genios arquitectónicos detrás del diseño del Central Park en Nueva York*. Con el estallido de la guerra civil estadounidense en 1861, Olmsted abandonó su cargo de superintendente de Central Park para servir en la United States Sanitary Commission, una organización dedicada a atender a los soldados heridos de la Unión*. Esta etapa permitió a Olmsted observar de cerca cómo funcionaba el sistema de voluntariado (ya había realizado un ejercicio similar con los trabajadores de Central Park).

Los desafíos de las primeras pruebas de función pulmonar

Cuando Olmsted abandonó la organización en 1863 había recopilado datos de unos 8000 soldados (entre los que se incluían datos de pruebas de espirometría). Benjamin Gould fue el encargado de recuperar el trabajo de Olmsted. Gould era astrónomo de formación (de hecho, fue la primera persona de los Estados Unidos que obtuvo un doctorado en astronomía) y fue uno de los fundadores de la National Academy of Sciences, por lo que contaba con los conocimientos científicos necesarios para completar un estudio de tal envergadura.*

Gould defendía los trabajos de John Hutchinson y se dedicó a ampliar (y a corregir cuando era necesario) las tablas espirométricas de su predecesor a partir de una cohorte enorme de más de 21 000 soldados (y algunos prisioneros). En este estudio también se incluía, puede que por primera vez en la historia, una cantidad considerable de participantes afroamericanos, ya que estos soldados habían empezado recientemente a prestar servicio.

La obtención de resultados fiables de las primeras pruebas de función pulmonar

En este estudio existía una gran presión por obtener datos significativos rápidamente, para obtener mejores predicciones de los posibles reclutas. Actualmente, se considera que la presión ejercida, junto con otras dificultades que supone el hecho de realizar un estudio durante la guerra (a veces a punto de entrar en combate), podría afectar a la integridad de los datos y a los métodos de recopilación de información. De hecho, Lucius Brown, uno de los principales analistas del proyecto planteó algunas de estas preocupaciones.

En mayo de 1869, Brown envió una carta a Gould en la que le advertía de la clasificación incorrecta y la pérdida de algunos datos y le exponía sus inquietudes sobre la precisión del estudio. Una de las mayores preocupaciones de Brown era la mezcla de datos étnicos que podía producirse si los participantes de razas mixtas se incluían en distintas categorías. Esto provocó diferencias aparentemente claras en la función pulmonar entre razas, lo cual confirmaba muchas de las creencias previas sobre los participantes con descendencia africana. En realidad, en su carta, Lucius Brown indicaba que «la ecuación personal es, evidentemente, muy amplia, por lo que no es posible comparar las razas blanca y negra y tener la seguridad de estar en lo cierto2».

No obstante, la envergadura científica de Benjamin Gould eclipsaba la mayor parte de estas cuestiones, más aún gracias al hecho de que Gould estaba siempre dispuesto a pedir consejo a otros especialistas más experimentados en el ámbito de la fisiología. Brown siguió colaborando en el análisis, pero parte de sus preocupaciones y la posible corrección de los datos se perdieron para la historia. En el libro Investigations in the Military and Anthropological Statistics of American Soldiers *(Investigaciones sobre datos estadísticos con fines militares y antropológicos de los soldados estadounidenses)se recogen distintas tablas de resultados, agrupadas por la supuesta etnia de los participantes, su profesión y si se encontraban o no «en vigor normal».

¿Influye la etnia en la función pulmonar?

En el momento de la publicación, los datos recogidos reforzaban las creencias típicas de la época, por lo que prácticamente no se cuestionaron. Lo que ahora conocemos como determinantes sociales de salud, por aquel entonces eran, en gran parte, aspectos hipotéticos, por lo que tampoco se tuvieron en cuenta otros posibles factores de confusión, como la edad o la salud relativa (únicamente el vago «en vigor normal»).

Sin embargo, poco después de la publicación de las investigaciones de Gould, se inició otro estudio epidemiológico en el ámbito militar. En este caso, el estudio estuvo dirigido por el coronel Jedediah Baxter, director general de Sanidad del Departamento de Guerra. Baxter había trabajado como cirujano de regimiento y de brigada en varios lugares durante la Guerra Civil, por lo que contaba con mucha más experiencia clínica práctica que Gould. Este bagaje lo llevó a adoptar un enfoque muy diferente respecto a la antropometría, el cual, a su vez, le condujo a conclusiones totalmente diferentes.

Bajo la dirección de Baxter, se completó en el ejército un estudio de mayor tamaño (con más de un millón de participantes) y más sencillo que el encabezado por Gould*. La salud pulmonar seguía considerándose un aspecto importante para la evaluación de la vitalidad pero, en este estudio, en lugar de apoyarse en la tecnología relativamente nueva del espirómetro, Baxter optó por utilizar los valores predichos y los cálculos derivados de los estudios de Hutchinson y Gould, lo cual se asemeja bastante a lo que haría actualmente un médico con las tablas de NHANES III o GLI.

Baxter y su equipo medían la circunferencia del pecho en el punto máximo de inhalación y de exhalación y lograban extrapolar con bastante precisión (para la época) la capacidad vital de cada soldado. A diferencia de Gould, Baxter no observó diferencias significativas en estas mediciones en función de la raza. De hecho, el coronel se interesaba tanto por las diferencias de los hombres de distintos orígenes europeos como por las de los esclavos liberados.

Por qué es importante la estandarización en las pruebas de función pulmonar

No sabemos por qué estos científicos examinaron datos similares y llegaron a conclusiones tan dispares. Es posible que sus propias experiencias influyeran en sus conclusiones; Gould se centró únicamente en las cifras, en un contexto con gran interferencia de sesgos, mientras que el pasado de Baxter como médico le ayudó a identificar la parte humana que se escondía detrás de las cifras. Las técnicas de recogida de datos también fueron diferentes en ambos casos, lo cual pudo llevar a introducir errores. Aunque la antropometría se utiliza actualmente para realizar valores predictivos, no todos los pacientes se ajustan a las predicciones. La agitada política racial de la época influyó, sin duda alguna, en los resultados. Baxter denunció que la etiqueta «personas de color» era extremadamente imprecisa y no se basaba en argumentos científicos; mientras que la visión de Gould se alineaba con las opiniones predominantes de la época sobre la superioridad y la inferioridad racial.

El legado de Gould

Sea como fuere, las afirmaciones de Gould (probablemente porque se publicaron primero) influyeron a distintos antropólogos posteriores, como el propio Darwin, que hace referencia a las investigaciones y teorías de Gould en sus teorías sobre el origen de las especies humanas*. De hecho, los dispositivos actuales para las pruebas de función pulmonar siguen incluyendo la corrección según la raza entre sus indicadores, junto con la altura, la edad o el sexo.

También se mantiene el debate sobre si estas correcciones deben o no seguir utilizándose. A lo largo del 2020, distintos hospitales y sistemas sanitarios de los Estados Unidos reevaluaron los sesgos implícitos en estas mediciones*.9 Las respuestas serán complejas ya que al igual que para entender las radiografías, para comprender afecciones pulmonares deben tenerse en cuenta todas las escalas de grises, no basta con distinguir el blanco y el negro.

Michael Hess
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